“El atraco por moda”
La desigualdad social y económica lleva a muchas personas, especialmente jóvenes, a cometer “atracos” (robos) a mano armada, los cuales, en ocasiones, terminan en tragedias.
En ocasiones he pensado que el robo surge como una necesidad inevitable para quienes carecen de lo esencial. Sin embargo, en República Dominicana existe otra realidad: muchos de los que cometen este delito no siempre lo hacen por necesidad.
Este fenómeno tiene algunas raíces profundas, relacionadas con factores psicológicos, sociales y culturales, como lo es el deseo de pertenecer a ciertos grupos. Por ejemplo, jóvenes de clases sociales altas se involucran con otros de clases vulnerables que los incitan a cometer “atracos”.
Por otro lado, la influencia de una sociedad cada vez más competitiva es innegable. La obsesión por el consumo y el estatus material ha alcanzado niveles preocupantes. Las redes sociales son influyentes esta presión, presentando vidas perfectas que parecen al alcance de todos, pero que, en realidad, son construcciones ficticias que cubren una profunda insatisfacción.
Siempre he dicho que en redes sociales todos somos “ricos”, pero la realidad es otra. Es en ese contexto cuando muchos jóvenes, con el deseo de llevar una vida de apariencias y sin otra opción para obtener dinero, salen a las calles a despojar a otros de sus pertenencias.
Muchos sienten la necesidad de obtener lo que desean para encajar en lugares donde no pertenecen. Curiosamente, se trata, en muchos casos, de jóvenes criados con valores, que nunca les ha hecho falta lo básico como alimentación o vivienda, pero que llevan consigo un vacío emocional que no saben cómo llenar.
En ocasiones, los padres también tienen parte de la responsabilidad. Muchos se limitan sólo a ser proveedores de dinero y alimentos, sin dar seguimiento a los pasos de sus hijos. Ignorando qué hacen cuando no están en casa o con quiénes se relacionan.
Es necesario reflexionar sobre cómo nuestra sociedad ha llegado a este punto. Tal vez el problema radica en una cultura que valora más lo material que lo humano, lo cual provoca que, en estos atracos, muchos ciudadanos pierdan la vida.
Estamos premiando la apariencia sobre la autenticidad. Promovemos una competencia insana que hace un daño profundo a la sociedad, ignorando las necesidades emocionales de esta “era de cristal”. Pensamos solo en satisfacer deseos inmediatos, sin considerar las consecuencias.
Para cambiar esta realidad, no basta con condenar los robos. Es imprescindible una transformación cultural en la que se valore lo intangible, el bienestar común y el respeto hacia los demás. Solo así podremos reducir no solo los atracos como fenómeno criminal, sino también los vacíos existenciales de nuestra sociedad.
SOBRE EL AUTOR
El autor es licenciado en Comunicación Social, egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), locutor certificado por la CNEPR, con una maestría en Comunicación Estratégica y RR. PP en la UASD. Además estudiante de Derecho en la misma casa de altos estudios.